Aguirre, la ira de Dios (1972), una fábula alucinante de Werner Herzog.

sábado, 13 de mayo de 2017

La novela de Heinrich Mann que inspiró EL ÁNGEL AZUL


Ya en alguna ocasión me he referido a la observación de Alberto Moravia, expresada durante una visita suya a México, sobre las novelas mediocres de las que han surgido clásicos del cine y obras maestras de la literatura que resultaron empobrecidas en su fallido traslado a la pantalla. ¿Cuál sería el caso de la película El ángel azul en relación con la novela El profesor Basura (Professor Unrat) que la inspiró?

Por principio de cuentas habría que establecer que es raro encontrar a un cinéfilo que no haya visto la versión fílmica y la mayoría de ellos se expresan favorablemente. El ángel azul posee un lugar especial entre los clásicos del cine y se ha establecido, a lo largo de los años, entre las que se suele denominar como películas de culto.


Sin embargo, un autor tan serio como Theodor W. Adorno, en uno de los capítulos de su ensayo Notas sobre literatura, la desmenuza sin mostrar por la misma ninguna simpatía.

Su primera queja surge al señalar el hecho de que la popularidad de la película impulsó a los editores a modificar en título original de la novela de Heinrich Mann, con el fin de incrementar sus ventas al reconocer en ella su fuente original:

"Esto atraerá a los lectores que conozcan la película sin saber nada de Heinrich Mann y de este modo se supone que el éxito de la decocción redundará en beneficio de la obra de arte primaria. Tal argucia podría parecer bastante inocente si el título fuese indiferente. Pero no lo es de ningún modo y no lo fue ya para quienes en su época lo cambiaron. Uno se puede imaginar al gremio compuesto por cineastas sensatos y sus superiores económicos, reunidos con la puerta cerrada a cal y canto en una importante conferencia sobre la pregunta: «¿El profesor Basura? Ni hablar. A algo así no acudirá nadie. Además, el título de profesor no se puede denigrar públicamente. Una película sonora es algo bonito y bueno, pero nadie compra algo que huele mal. El ángel azul, eso es otra cosa. Todo el mundo se imagina enseguida algo con chicas. Después de todo, ya sabemos como es nuestro público. Algo así tiene gancho. No nos engañemos. El cine no es la literatura.»"


Y ese es precisamente el punto en el que radica la esencia de la crítica que emprende Adorno sobre la respectiva adaptación a la pantalla: la superioridad del texto literario. "De manera, pues -prosigue-, que la estrepitosa fanfarria del título, que suena como lo harían cuatro trompetas con sordina que se tocaran fortissimo, se sustituyó por un cliché insulso y nada agresivo. El conformismo se impuso a su debido tiempo en el camino de la obra de arte. No en Hollywood, sino en Nueva Babilonia. Cuando ahora la novela se rebautiza así, el editor vuelve a seguir los dictados del conformismo."


"Heinrich Mann aprendió de los franceses la incisividad de la mirada despejada de nubes, la fuerza polémica de la frialdad, y no incurrió en ese infatuado humor conciliador que tan en boga está en Alemania. Él demostró aquello de lo que normalmente carece la novela alemana en cuanto se entrega a las imágenes de lo estrecho: el odio fructífero. A él debe la impertérrita fisionomía social. Desde el punto de vista de la historia del estilo, la novela señala el paso de la técnica naturalista llevada al extremo del estallido expresionista. Tanto se aproxima a los arquetipos burgueses que rompe la descripción de la convención expresiva y cita a los seres humanos en forma de seres azogados."
 
El otro aspecto al que se dedica con especial énfasis es a lo que Adorno considera una traición al texto original puesto que en la película se modifica el final.
 
Adorno se concentra entonces en subrayar el ímpetu con el que concluye la novela: "Vomitó agua, recibió un empujón por detrás, tropezó con el estribo y cayó de cabeza sobre el colchón cerca de la artista Fröhlich y en la oscuridad", para exaltar que frases como la citada "no tienen parangón en alemán y han dejado su huella más allá de la esfera de lo que la historia de la literatura llama «influencia»".


En cuanto a la innegable fuerza sensual con la que Marlene Dietrich permea la totalidad de El ángel azul, establece:

Pues la película, que hoy se considera estupenda, proclama ya voluntariamente, antes de Hitler y sin necesidad de que interviniera le censura, aquella mentalidad que luego se convirtió en institución y lo único que al respecto nos engañó fueron las hermosas piernas de Marlene Dietrich. Ante el puro entusiasmo provocado por el cuidadosamente dosificado sex appeal se pasa por alto que el gremio eliminó todas las espinas sociales, convirtió al demonio burgués en una figura de comedia sentimental. Con Heinrich Mann, Basura acaba en un furgón policial. Como degenerado, le confiere grandeza la obsesión por la venganza en un mundo compuesto para él por alumnos desobedientes. Cuando, como consecuencia absurda del propio principio de autoridad de la sociedad se pone a combatirla, tiene razón. Pero el héroe de la película entra en el salón de su clase arrastrándose, con el corazón roto, porque su eros pedagógico ya no resiste nada más, y allí muere una muerte transfigurada."


No es posible negar que este contundente análisis posee un agudo sentido de la observación y se manifiesta a través de argumentos articulados y coherentes, de manera que su planteamiento resulta casi irrefutable. Sin embargo, permanece válido para cada espectador el vago privilegio de la subjetividad. El ángel azul, la película, posee su propia fuerza dramática, ha mantenido su vigencia luego de casi un siglo y aunque Adorno establece que los lectores de la novela establecen una comparación con la película para "preferir la comodidad de lo prefabricado sobre el esfuerzo de la fantasía", no puedo más que admitirlo: si en este caso renunciar a dicha fantasía es para disfrutar de la irresistible presencia de Lola Lola cantando Estoy hecha para el amor de la cabeza a los pies (Ich bin von Kopf bis Fuß), me parece que bien vale la pena.


Jules Etienne  

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