Aguirre, la ira de Dios (1972), una fábula alucinante de Werner Herzog.
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sábado, 26 de septiembre de 2020

RECORDANDO A ALBERTO MORAVIA (a treinta años de su muerte)


Cuando Alberto Moravia visitó México a mediados de la década de los setenta, llegaba precedido del prestigio que le conferían, más allá de su trayectoria literaria, las adaptaciones de sus novelas al cine, sobre todo Dos mujeres (La Ciociara, 1960), con la que Sophia Loren conquistó de manera definitiva la fama mundial, y dos películas por entonces todavía recientes, dirigidas por cineastas de vanguardia: El desprecio (Le Mépris, 1963), de Jean-Luc Godard y El conformista (1970), de Bernardo Berto- lucci.

Había sido invitado por Manuel Puig -quien siempre mantuvo una estrecha relación con escritores italianos-, cuando éste era todavía el autor de La traición de Rita Hayworth, antes de que El beso de la mujer araña atrajera los reflectores de Holly- wood sobre su persona.


De entre las cosas que mejor recuerdo nos platicaba en aquella ocasión, se encuentra su aseveración acerca de las grandes novelas que suelen convertirse en malas películas, y las novelas mediocres de las que surgen auténticos clásicos. Citaba como el mejor ejemplo de estas últimas a Rebeca, de Daphne du Maurier o, tal vez debiera decirse de Alfred Hitchcock.

Quedaba claro, entonces, que lo difícil es lograr una gran película proveniente de una obra literaria notable. Tal vez con ese razonamiento es que Gabriel García Márquez siempre rechazó las ofertas de adaptación para Cien años de soledad, cuya posible caracterización de Aureliano Buendía mantuvo obsesionado a Anthony Quinn hasta sus úlatimos días. Luis Alcoriza refería que a Luis Buñuel le ofrecieron dirigir Bajo el volcán, y luego de leer la novela ambos la consideraron infilmable. Sin embargo, el propio García Márquez, a quien siempre le fascinó esa novela de Malcolm Lowry, escribió su propio guión, que nunca alcanzó a filmarse, como tampoco el de Guillermo Cabrera Infante que rechazó Joseph Losey.


Una anécdota que Moravia narraba con una buena dosis de humor, era aquella de que los productores de Dos mujeres ya se habían comprometido con Sophia Loren -quien todavía no cumplía los veintiséis años-, para el papel de la hija, y estaban en plena búsqueda de una actriz de renombre para que interpretara a la madre. Se lo propusieron a Anna Magnani, quien ya rebasaba los cincuenta años de edad, y aceptó entusiasmada, pero cuando se enteró de que Sophia Loren era quien iba a aparecer como su hija, lo rechazó indignada. Así fue como finalmente se pudo ver a ésta última como una madre bastante precoz de la adolescente Eleonora Brown. Alguien inquirió a Moravia cuál había sido la reacción de Anna Magnani tras enterarse del Oscar a la mejor actriz que recibió Sophia Loren por ese mismo papel que había desdeña- do. Sonrió irónico, casi burlón, y nos dijo: "Eso habría que preguntárselo a ella". Recuerdo muy bien que permanecí en silencio especulando sobre el hecho de que Anna Magnani bien pudo haberse sentido reivindicada y en paz consigo misma luego de que más tarde le concedieron ese mismo premio por La rosa tatuada, de lo contrario, a saber si eso la habría amargado.

Entre los nombres famosos que figuran en las películas basadas en obras suyas o con guiones escritos por él figuran, en orden cronológico:

Alida Valli, Marcello Mastroianni, Gina Lollobrigida, Sophia Loren, Valentina Cortese, Alberto Sordi, Michèle Morgan, Claudia Cardinale, Anna Magnani, Jean Paul Belmondo, Vittorio Gassman, Ingrid Thulin, Brigitte Bardot, Michel Piccoli, Jack Palance, Bette Davis, Catherine Spaak, Rossana Podestá, Rod Steiger, Paulette Goddard, Shelley Winters, Jean Louis Trintignant, Stefania Sandrelli, Dominique Sanda, Lando Buzzanca, Griffin Dunne, Liv Ullman, Peter Fonda, Laura Antonelli, Julian Sands y Arielle Dombasle, en los créditos principales.

Es peculiar el caso de Stefania Sandrelli, quien después de El conformista protagonizó varios títulos inspirados en relatos y guiones de Moravia: Desideria, la vida interior (1980), La desobediencia (1981) y Un cuerpo que tocar, exhibida en España como Atracción letal (1985), en la que tuvo la posibilidad de coincidir con su hija Amanda Sandrelli.


Moravia alcanzó una repercusión insospechada en cinematografías tan ajenas a la lengua italiana como la polaca y en la Checoslovaquia socialista, cortometrajes en Grecia e Irán, además de la irreverente coproducción germano-estadounidense Yo y él (Ich und er, 1988), dirigida por Doris Dörrie, que bien pudo haberse titulado Diálogos con mi pene. Fue adaptado por el cine francés en diversas ocasiones, como en el caso de Gozar es vivir (La bel âge, 1960), la ya mencionada El desprecio y Tedio (L'ennui, 1998). Su relación con el cine hablado en español se remonta hasta el primero de todos sus guiones: Il pecatto de Rogelia Sánchez, que se basaba en la novela Santa Rogelia, de Armando Palacio Valdéz, en 1940.

Autor prolífico que alternó su narrativa con el trabajo cinematográfico, dejó su nombre vinculado con el de cineastas notables. En sus inicios tuvo oportunidad de colaborar con Luchino Visconti en Obsesión (1943), aunque todavía sin merecer crédito en pantalla, adaptando el clásico del género negro El cartero siempre llama dos veces, de James M. Cain. Participó en la elaboración de guiones originales para Alberto Lattuada y Francesco Maselli, de su obra literaria surgieron películas firmadas por Vittorio De Sica, Luigi Zampa, Alessandro Blasetti, Mario Monicelli, Mauro Bolognini, Bernardo Bertolucci y Jean-Luc Godard.

Alberto Pincherle, quien firmaba con el nom de plume por el que siempre se le conoció: Alberto Moravia, es un escritor a quien resulta imposible desvincular de su aportación al cine. Murió hace treinta años, el 26 de septiembre de 1990, las imágenes que surgieron de su imaginación aún perviven en la pantalla.

Jules Etienne

Créditos finales:


1. Joan Fontaine en Rebeca (1940), de Alfred Hitchcock.
2. Sophia Loren y Eleonora Brown en Dos mujeres (La Ciociara, 1960), de Vittorio De Sica.
3. Claudia Cardinale y Rod Steiger en Los Indiferenes (1964), de Franceso Maselli.
4. Stefania Sandrelli y Jean Louis Trintignant en El Conformista (1970), de Bernardo Bertolucci.
5. Brigitte Bardot en El desprecio (Le mépris, 1963), de Jean Luc Godard.

sábado, 28 de febrero de 2015

1965: UN AÑO DE CINE


En la reciente entrega anual del Oscar, aprovechando los cincuenta años del estreno de La novicia rebelde (The Sound of Music), como parte de la ceremonia Hollywood rindió tributo a sus canciones y, por supuesto, a Julie Andrews, con la interpretación de Lady Gaga. Me parece que no se merece mayor comentario puesto que todo fue predecible, con el inevitable estilo glamourizado que se acostumbra en esas situaciones y una conmovida Julie Andrews, muy bien conservada, habría que decirlo -cumplirá ochenta años el próximo octubre-, agradeciendo el homenaje.

Sin embargo, esto sirvió de alguna manera para desanudar los recuerdos relativos a ese mismo año, 1965, y preguntarse qué películas se estrenaron y cuáles fueron las mejores, así como otros acontecimientos relacionados con el cine que tuvieron lugar en esa época.


Sin duda, prevalece la figura de Julie Andrews, puesto que aún se exhibía Mary Poppins cuando tuvo lugar el estreno de La novicia rebelde. Por ejemplo, en la ciudad de México hubo un momento, en el mes de noviembre para ser precisos, cuando ambas películas le disputaban la taquilla a Mi bella dama, con Audrey Hepburn. La primera se proyectaba en el cine Chapultepec y ésta última en la enorme pantalla del Diana. El cine Manacar -ahora recién desaparecido, como era de suponerse-, se había inaugurado apenas en marzo de ese mismo año y La novicia rebelde, que se exhibiría a partir del 18 de noviembre, impuso una marca de permanencia al prolongarse durante 65 semanas. El boleto de entrada a dichas salas costaba ocho pesos, en tanto que los cines populares cobraban dos pesos. En diciembre también llegaría la película La noche de un día difícil, para aprovechar la inmensa popularidad de los entonces jóvenes Beatles, pero fue de inmediato prohibida por el entonces regente de la ciudad, Ernesto P. Uruchurtu, "para evitar escándalos como los del día de su estreno".


Rocco y sus hermanos, de Luchino Visconti, que había padecido la censura desde su exhibición en el festival de Venecia e incluso se suprimieron algunas escenas -como la del asesinato de Nadia-, luego de formar parte del programa de la III Reseña Internacional de Cine de Acapulco, en 1960, permaneció cinco años sin el necesario permiso de exhibición comercial hasta que por fin se le autorizó y pudo estrenarse el 25 de diciembre en los cines Paría y Paseo, que privilegiaban las películas europeas.

A propósito de la reseña de Acapulco, en su VIII edición, incluyó títulos como El knack... y como lograrlo, de Richard Lester; Alphaville, de Jean Luc Godard; y Sandra, vagas estrellas de la Osa Mayor, del mencionado Visconti, que habían sido las ganadoras en los festivales de Cannes, Berlín y Venecia, respectivamente.


Aunque la primera aventura de James Bond, El satánico doctor No, se había filmado en 1962, llegó a México hasta febrero de 1964, en noviembre tuvo lugar un preestreno de El regreso del agente 007 (From Russia With Love), y en julio de 1965, en la pantalla del imponente cine Roble, apareció con corrida normal en la cartelera. Sería, por cierto, la película que marcó el final en la prolífica carrera de Pedro Armendáriz. Por su parte, Tom Jones, de Tony Richardson, a pesar del Oscar a la mejor película de 1963, en México se estrenaría ese junio, en el flamante cine Manacar.


Fue el año de producción de Doctor Zhivago y Darling, por la que Julie Christie obtendría el Oscar a la mejor actriz, y también llegaron Cleopatra, nimbada por lo costoso de su presupuesto además del romance de Elizabeth Taylor con Richard Burton, y Zorba el griego, el personaje más recordado de Anthony Quinn. El símbolo sexual Brigitte Bardot y Jeanne Moreau filmaban ¡Viva María!, bajo la dirección de Louis Malle, en escenarios de Tlacotalpan, Veracruz, en tanto que Glenn Ford y Stella Stevens llegaron a México para participar en El mal, de Gilberto Gazcón.
 


En 1965 debutaron en el cine Jacqueline Bisset con un bit en El knack... y como lograrlo, y Costa Gavras dirigió Crimen en el coche cama, que fue un éxito presenciado por sesenta mil espectadores durante su primera semana de exhibición en París. También tendría lugar la última aparición en pantalla de Vivien Leigh, en La nave de los locos (Ship of Fools). Murieron Stan Laurel, el Flaco, pareja cómica de Oliver Hardy, el Gordo, fallecido por su parte en 1957, Clara Bow y David O. Selznick; a su vez nacían Brooke Shields (31 de mayo) y Charlie Sheen (3 de septiembre).


En su edición de octubre, la famosa revista Playboy publicó un reportaje gráfico con los desnudos de una joven actriz francesa de quien apenas comenzaban a llegar sus primeras películas a México en ese año: Los paraguas de Cherburgo, A cazar solteros, Vicio y virtud. Su nombre: Catherine Deneuve. Por cierto, Repulsión, de Roman Polanski, a pesar de haberse filmado en ese 1965, se exhibiría en México hasta el 4 de julio de 1968, con motivo de la reinauguración del cine Regis como sala de arte, incluso después que Bella de día, de Luis Buñuel, que era posterior.

Cada quien tiene su lista personal de películas favoritas correspondientes a ese año. En los  días subsecuentes trataré de compartir la mía, sería interesante conocer la de los visitantes de Textos, mentiras y videos.


Jules Etienne