Aguirre, la ira de Dios (1972), una fábula alucinante de Werner Herzog.
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martes, 17 de marzo de 2015

Las mejores películas de 1965: 5. ALTO ESPIONAJE (El espía que surgió del frío)

 
Eran los tiempos en que la guerra fría se ubicaba en su punto más álgido. La novela de John le Carré en que se basaba, El espía que surgió del frío, era un paradigma en su género. En algunos países de habla hispana se exhibió bajo el título de Alto espionaje, aunque ahora ya se le conoce igual que la novela, por su traducción literal del inglés The Spy Who Came in from the Cold.
 
Se trataba de la primera adaptación a la pantalla de John le Carré (cuyo verdadero nombre es David John Moore Cornwell). Difícil encontrar otra cinta que aborde el tema con mayores logros. La fotografía en blanco y negro contribuye a la creación de una atmósfera ominosa en la Europa de aquella época que se debatía en los intrincados laberintos de la llamada inteligencia y el respectivo contraespionaje. Traiciones, verdades a medias, omisiones deliberadas, con el hoy derruido muro de Berlín como telón de fondo.
 
Una de las mejores actuaciones de Richard Burton interpretando a su protagonista, Alec Leamas, que incluso le valió figurar entre los aspirantes a ese Oscar que nunca obtuvo. En un papel secundario es posible distinguir a Bernard Lee, quien con el tiempo se convertiría en el legendario "M" del serial James Bond. El cineasta Martin Ritt contaba con la experiencia de trabajar sobre textos literarios de William Faulkner y Ernest Hemingway, además de la novela de Ugo Pirro que dio origen a la controvertida Cinco mujeres marcadas (5 Branded Women, 1960).
 
 
La aportación de John le Carré al cine permanece vigente, hace no tantos años fue posible disfrutar El jardinero fiel (The Constant Gardener, 2005), así como El espía que sabía demasiado (Tinker Tailor Soldier Spy, 2011), y recientemente El hombre más buscado (A Most Wanted Man, 2014). También se encuentra próxima a estrenarse en septiembre Un traidor de nosotrosNuestro tipo de traidor (Our Kind of Traitor). Sin embargo, El espía que surgió del frío se erigió en su momento como arquetipo ejemplar de las películas de espionaje.

 
Jules Etienne

viernes, 1 de abril de 2011

John Huston: SOBRE ELIZABETH TAYLOR EN SUS MEMORIAS



Cuenta John Huston en su autobiografía A libro abierto (An Open Book, 1980), que cuando estaban filmando La noche de la iguana en Mismaloya, muy cerca de Puerto Vallarta -lugar en el que incluso hay una estatua suya-, se suscitó un inusual enredo de amores presentes y pasados. Yo apuntaría que si los habitantes de Hollywood se casan y divorcian entre ellos, como una suerte de realeza ajena a los plebeyos, es lógico que las ex parejas tengan que coincidir en los sets, las ceremonias de premiación o las funciones de gala, de manera que las situaciones dignas de una comedia shakespeareana no resultan raras. Aunque Elizabeth Taylor seguía legalmente casada con Eddie Fisher, ya se encontraba en pleno romance con Richard Burton, y por eso viajó a Puerto Vallarta, donde permaneció a lo largo del rodaje, provocando una nube de fotógrafos y reporteros del chisme que se encontraron con material más que suficiente para llenar las columnas del ocio:

A Michael Wilding, el actor británico que fue el segundo marido de Liz -se casaron cuando ella tenía veinte años-, y era el padre de sus dos hijos mayores, Michael y Christopher, le habían encomendado el manejo de la publicidad del propio Burton. Otra de las personas que coincidieron fue Peter Viertel, segundo marido de Deborah Kerr, quien había tenido una relación previa con Ava Gardner, de quien, asegura Huston, nunca estaba sola porque el mismo par de jóvenes que aparecían en la película, la acompañaban a todas partes. También cuenta que no hubo mexicano que no intentara un romance con Sue Lyon, pero junto a ella habían viajado su madre y su prometido, por lo que nunca estuvo sola una vez concluido el horario de las filmaciones. El caso es que, como es bien sabido, Burton adquirió la casa Kimberley, con vista a la Bahía de Banderas, y ese fue su obsequio cuando ella cumplió 34 años.





A pesar de que los dos trabajaron en diferentes adaptaciones al cine de obras teatrales de Tennessee Williams, nunca tuvieron la oportunidad de protagonizar juntos alguna de ellas.

La otra anécdota tuvo lugar un par de años después y se refiere a la película Reflejos en un ojo dorado, sobre la novela homónima de Carson McCullers -a quien Huston pudo tratar en persona, ya que era vecina de Paulette Goddard y Burgess Meredith en Nueva York-. Cuando le propuso al papel del mayor Penderton a Marlon Brando, ambos se reunieron en Irlanda y éste todavía no estaba convencido de aceptarlo. Mientras conversaban se continuaba mecanografiando el guión, de manera que Huston le explicó el proyecto y le pidió que esperara un rato para que pudiera leerlo. Brando decidió entonces salir a dar una larga caminata en plena tormenta con rayos y truenos. Cuando regresó, simplemente le dijo: "Lo quiero hacer".

Huston le había preguntado a Brando si podía cabalgar y la respuesta fue que había sido criado en un rancho con caballos. Sin embargo, ya en pleno rodaje de la película, les mostraba tal pánico -como se lo exigía su papel-, que hasta contagió a la propia Elizabeth Taylor, de quien era bien reconocida su afición a montar, de tal modo que ella también comenzó a mantener cierta distancia con los caballos. Y es que Brando sostenía que lo mejor era no preocuparse por interpretar a un personaje, sino que uno debía llegar a poseerlo al grado de que ya no se estaría actuando. Porque según él, obtener la aprobación del público o conseguir una buena interpretación, no era suficiente, uno debía de convertirse en el personaje mismo, dentro y fuera del set.



Créditos finales:

(Por orden de aparición)


Elizabeth Taylor, Richard Burton y Ava Gardner, durante un descanso del rodaje de La noche de la iguana

Richard Burton y Elizabeth Taylor en Puerto Vallarta. Al fondo se aprecia la casa Kimberley

Brian Keith, Elizabeth Taylor y Marlon Brando, en Reflejos en un ojo dorado

miércoles, 23 de marzo de 2011

ELIZABETH TAYLOR: No más reflejos en sus ojos violeta



¿Cómo es la vida de una estrella de cine?


Cuando era yo muy joven, tenía un segmento de comentarios sobre cine en un programa noticioso de la televisión y en cierto momento, para presentar mi intervención, el conductor del noticiero me planteó esa pregunta. Recuerdo que le respondí: "No lo sé, eso habría que preguntárselo a Elizabeth Taylor". Y es que si hubo un paradigma de la estrella de Hollywood, fue precisamente ella. La misma que hoy murió ante el desconocimiento de una generación que no ha visto sus películas y que la define con el único antecedente que tiene suyo: "Una amiga de Michael Jackson". Y es que, como en la célebre canción tema de Casablanca, el tiempo pasa.





Tenía los ojos de color violeta y se hizo famosa como Cleopatra. Mientras se filmaba la superproducción más costosa de la época, en 1963, la reina egipcia seducía al general romano Marco Aurelio al tiempo que Elizabeth Taylor también se enamoraba de Richard Burton -de la misma manera que sucedió en la película La amante del teniente francés, en que actor y actriz se involucran dentro y fuera de la pantalla-. Se casaron no una, sino dos veces, y durante el rodaje de La noche de la iguana descubrieron Puerto Vallarta, fincaron una residencia y pusieron de moda un lugar que entonces ni siquiera era posible localizar en los mapas.





Tuvo un precoz debut en el cine a los diez años. Resuelta a dejar atrás su imagen de actriz infantil en Fuego de juventud y no ser más la dulce Amy de Mujercitas, se decidió a cambiar la compañía de Lassie por las de Marlon Brando, Paul Newman y Montgomery Clift, las funciones de matinée por los dramas atormantados de Tennessee Williams: La gata sobre el tejado caliente y De repente en el verano. Empecinada en interpretar personajes complejos, a mediados de la década de los sesenta protagonizó las adaptaciones al cine de ¿Quién le teme a Virginia Woolf?, la pieza teatral de Edward Albee, y de Reflejos en un ojo dorado, la novela de Carson McCullers, así como una intrincada y perversa Ceremonia secreta, dirigida por Joseph Losey.




Fueron célebres sus rupturas y reconciliaciones con Richard Burton. Juntos protagonizaron diez películas, ocho de ellas entre 1963 y 1968. Volvieron a reunirse en 1972, para interpretar Unidos por el mal y Bajo el bosque lácteo, sobre la obra de Dylan Thomas titulada en inglés Under Milk Wood, en la que también los acompañaría Peter O'Toole. No eran trabajos para agradar al grueso del público, que prefería leer en las columnas de chismes sobre el diamante que Burton le regaló, el más grande del mundo -se lo compró a Cartier por poco más de un millón de dólares-. Lo que a casi nadie le interesó es que diez años después lo subastaría para obtener los fondos requeridos con el fin de construir un hospital en Botswana.


Desde su infancia estuvo vinculada con las actividades artísticas. Sus padres, estadounidenses de St. Louis, Missouri, se trasladaron a la Gran Bretaña para abrir una galería de arte y por eso fue que nació en Londres. De manera que aunque sólo haya sido por mera coincidencia geográfica, Elizabeth Taylor pertenece a la generación de actrices nacidas en Inglaterra durante los años treinta, como Vanessa Redgrave, Glenda Jackson, Julie Andrews, Maggie Smith, Judi Dench y Susannah York: las Hollywinners, todas ellas ganadoras del Oscar con excepción de esta última, quien sólo estuvo nominada. Elizabeth Taylor recibió el premio a la mejor actriz por Una venus en visón (Butterfield 8), en 1960, y por ¿Quién le teme a Virginia Woolf?, en 1966.




Cuando se observan las deslavadas fotografías en sepia en las que aparecían las figuras del cine mudo, uno tiene la certeza de que ya no quedan sobrevivientes. Revisando los repartos de las películas en las que intervino Elizabeth Taylor, empezando con Orson Welles y Joan Fontaine, cuando participó todavía sin crédito en la versión de 1943 de Jane Eyre, para después sumar a la lista los nombres de Mickey Rooney, William Powell, Irene Dunne, June Allyson, Spencer Tracy, Joan Bennett, Montgomery Clift, Shelley Winters, Vittorio Gassman, Peter Finch, Rock Hudson, James Dean, Paul Newman, Katharine Hepburn, Marlon Brando, Robert Mitchum y Susannah York, todos ya fallecidos, nos percatamos de que la siguiente generación, la que alcanzó la gloria del color (solía publicitarse como "glorioso Technicolor"), está a punto de desaparecer.


Alguna vez fue denominada la mujer más hermosa del planeta. Los ojos color violeta de Elizabeth Taylor se cerraron. Ahora sólo podrán ser vistos en sus películas.




Créditos finales:
(Por orden de aparición)


Como Maggie la gata Pollitt, en Una gata sobre el tejado caliente (Cat on a Hot Tin Roof, 1958), dirigida por Richard Brooks


Cleopatra (1963), dirigida por Joseph L. Mankiewicz


Como Kathie Merrick en El valor de Lassie (Courage of Lassie, 1946), dirigida por Fred M. Wilcox


Con Richard Burton en Los farsantes (The Comedians, 1967), dirigida por Peter Glenville


Con Marlon Brando en Reflejos en un ojo dorado (Reflections in a Golden Eye, 1967), dirigida por John Huston


Como Kay Banks en El padre de la novia (The Father of the Bride, 1950), dirigida por Vincente Minelli