Aguirre, la ira de Dios (1972), una fábula alucinante de Werner Herzog.

miércoles, 30 de marzo de 2011

Doble programa (segunda parte): DE REPENTE EN EL VERANO



En el mismo Nueva Orléans en el que acontece Un tranvía llamado deseo, se ubica De repente en el verano (Suddenly, last summer, 1959). Se trata de una obra escrita después de que Tennessee Williams ya había obtenido el premio Pulitzer en un par de ocasiones, tanto por la mencionada Un tranvía llamado deseo como por La gata sobre el tejado caliente. Esta pieza breve, de un solo acto, fue creada a manera de catarsis, luego de que su propia hermana Rose había sido sometida a una lobotomía, el mismo tipo de operación que intentan practicarle a Catherine, su protagonista: "Arrancar la verdad de mi cerebro, eso es lo que pretendes, ¿verdad, tía Violet?. No lo lograrás, ni Dios mismo puede alterar la verdad".



En una primera versión teatral, la obra estaba estructurada en dos monólogos: el de Violet, la madre, y el de Catherine, su sobrina y además la víctima. Después Williams añadió al siquiatra y al resto de los personajes, para conformar la obra tal y como se le conoció durante su estreno. Su adaptación al cine corrió a cargo de Gore Vidal, quien procuró diversificar sus espacios para que no permaneciera anclada en el asfixiante microcosmos familiar concebido por Williams. Aun cuando éste figura en los créditos como coguionista, tuvo sus diferencias con Vidal, por lo que juzgaba traiciones al texto original, la mayor de ellas, el romance en ciernes que se advierte entre médico (Montgomery Clift) y paciente (Elizabeth Taylor). Sin lugar a dudas, una concesión acorde a las necesidades de Hollywood.




El aspecto más interesante en la forma de plantear la historia, proviene del hecho de que todo gira en torno a un personaje: Sebastian Venable, a quien nunca podremos ver cabalmente y sólo hasta la trágica escena final en que se reconstruye su muerte, de manera parcial y fragmentada. A la manera de Rashomon o de El ciudadano Kane, a partir de las versiones opuestas y confrontadas de quienes le sobreviven, el siquiatra intentará su propia interpretación de lo acontecido.


Tal vez el prestigio de Williams como dramaturgo, haya forzado a quienes ejercían la censura a través del código moral para la industria fílmica, vigente durante la época en que se filmó De repente en el verano, a hacer una excepción y permitir que la película se ocupara del tema entonces proscrito de la homosexualidad. Incluso la relación entre el hijo y su madre dominante (Katharine Hepburn), presenta ángulos edípicos: "Entre mi hijo y yo existía un entendimiento fuera de lo común. Era un contrato, una especie de pacto. Él violó ese pacto llevándosela a ella en lugar de a mí".




Mantener una imagen idealizada de su hijo, es el móvil que impulsa a Violet a restar credibilidad al sórdido relato de Catherine: Siempre lo seguían los jóvenes hambrientos que había conocido en la playa. Les daba dinero como si le hubieran aseado el calzado o como si le hubieran cargado la maleta... Comenzaron a tocar sus instrumentos de percusión que estaban hechos de hojas de lata que golpeaban... Era una música hecha a base de ruido... Sebastián estaba muerto de miedo... El ruido que hacían quienes lo iban persiguiendo era ensordecedor, aparecían muchachos por todas partes... Lo atraparon y oí como gritó Sebastián, un solo grito desesperado y angustioso... La gente corría hacia donde estaba Sebastián, desnudo, tirado sobre las piedras, ¡no puedo creerlo, todavía! Parecía como si lo hubieran devorado... Por eso la insistencia de su tía acusándola de un desequlibrio mental que justificara la práctica de una lobotomía y enterrara para siempre el episodio de la violenta ejecución de su hijo.



Filmada en blanco y negro, al igual que Un tranvía llamado deseo, la dirección de la película fue asignada a Joseph L. Mankiewicz, quien además de su prestigio como realizador, poseía la experiencia de haber llevado a la pantalla obras de teatro como Dr. Praetorious, de Kurt Götz, bajo el título de Lo llaman pecado (People will Talk), en 1951, y Julio César, de Shakespeare, en 1953. El último título de su filmografía, también sería una pieza teatral adaptada al cine: Trampa Mortal o La huella (Sleuth, 1972), con Laurence Olivier y Michael Caine en los estelares. Años más tarde, en 2007, se volvería a filmar con Caine en el papel que originalmente había interpretado Olivier, y Jude Law tomando su lugar como Milo Tindle. Resulta curioso porque Law también coincidió en el remake de una película que fue clave para Michael Caine en los inicios de su carrera: Alfie, el seductor (1966 y 2004).

Por último, tres años después de su personaje como un siquiatra en De repente en el verano, Montgomery Clift protagonizaría Freud, pasiones secretas, de John Huston.


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