Aguirre, la ira de Dios (1972), una fábula alucinante de Werner Herzog.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Dennis Hopper y los avatares de un cineasta: TESTIGO EN LA MIRA (Backtrack, 1989)


Ahora que Charlie Sheen se ha puesto de moda por sus locuras más que por sus películas y el morbo colectivo incita a buscar fotografías de Bree Olson, la actriz porno que vivía con él, antes que sus primeros trabajos en el cine, los que le permitieron fincar una carrera y obtener de ella una fortuna, me di a la tarea de revisar su trayectoria y fue así como me topé con Testigo en la mira, película sobre la que publiqué una breve reseña en la revista Primer Plano, de la que era director a principios de los años noventa.


Insatisfecho por el resultado después de los cortes que se le hicieron a su versión original, Dennis Hopper decidió entablar una demanda judicial que coincidió con la quiebra de Vestron, la compañía productora, lo cual dificultaba cualquier posibilidad de arreglo. En tanto que el proceso continuaba, el juez del caso resolvió que no era posible permitir su estreno comercial en territorio estadounidense, pero tampoco impedía su explotación en el resto del mundo, por lo que también se le conoce como Catchfire. Esto provocó cierto desorden en cuanto a su exhibición, ya que si bien en algunos países se estrenó en las salas de cine, por ejemplo en España y Argentina bajo el título de Camino sin retorno, en México apareció directamente en video con el título de Testigo en la mira bajo el sello Videomax, empresa que adquirió también otro par de títulos del catálogo de Vestron: Destino sin gloria y Crucero de medianoche, para ser distribuidos a través de su filial Videosonic. Es interesante porque esa misma empresa había adquirido poco antes los derechos de otra película maldita: Hammett, de Wim Wenders, producida por Francis Ford Coppola, pero nunca se decidieron a sacarla al mercado.


De todas las producciones que he mencionado en el recuento de Vestron, la que resultó más afectada fue, sin duda, Testigo en la mira. Se trataba de un proyecto muy personal de Dennis Hopper, que sería dirigida y protagonizada por él, con un reparto extraordinario: Jodie Foster, Dean Stockwell, Vincent Price, John Turturro, Fred Ward, Catherine Keener, Joe Pesci y hasta Bob Dylan, además del ya mencionado Sheen.


Con elementos del cine negro, cuenta la historia de Milo (Dennis Hopper), asesino a sueldo contratado por unos mafiosos para eliminar a la joven artista Anne Benton (Jodie Foster), que ha sido testigo de un crimen. Sin embargo, Milo termina enamorándose de su víctima y juntos emprenderán la tormentosa huída. Como si un amor delirante en condiciones de fuga no fuese suficiente caos, los cortes arbitrarios a los que fue sometida para reducirla a un tiempo en pantalla menor a las dos horas (las tres horas originales fueron reducidas por el propio Hopper a una versión de 116 minutos, que después los productores se encargarían de convertir en 98), la volvieron confusa y la acción no transcurre sino que va rebotando de un incidente en otro.



La propuesta visual de Ed Lachman, quien tuvo a su cargo la cinematografía, hace énfasis en colores y texturas. Jodie Foster sorprende con su desnudo en la ducha. Aquí se puede resaltar que las películas producidas por Vestron tuvieron esa marcada inclinación erótica: Rebecca De Mornay en Y Dios creó a la mujer..., tuvo varias escenas intensas y un desnudo frontal, Kelly McGillis nunca estuvo más audaz en pantalla que en su aparición en Cazador del pasado y hasta la por entonces habitualmente recatada Meg Ryan, heroína de comedias románticas, tiene escenas de cama y un leve desnudo en Destino sin Gloria.


La única escena en la que participa Charlie Sheen, como el novio de Jodie Foster, es breve y termina siendo asesinado por error en lugar de ella. Dennis Hopper optaría por retirar su nombre de los créditos como director para recurrir al fatídico seudónimo de Alan Smithee.


Testigo en la mira aglutina todos los elementos que le confieren a una película, por derecho propio, la denominación de maldita.

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