Aguirre, la ira de Dios (1972), una fábula alucinante de Werner Herzog.

martes, 1 de enero de 2013

¡AÑO NUEVO DE PELÍCULA!

  
"El beso de medianoche del 31 de diciembre no es un beso cualquiera. Plasma en un solo momento, la ilusión romántica de todo el año. Y este beso tan sobrestimado, que finalmente llega tras innumerables mensajes de texto, charlas virtuales, llamadas, idas y venidas, sucede en un momento en que el tiempo es de crucial importancia, justo cuando uno siente el peso del año que se avecina, mezclado con la soledad y las frustraciones de años pasados." Con este monólogo de Wilson (Scott McNairy), queda establecido el espíritu de Buscando un beso a medianoche (In Search of a Midnight Kiss), película independiente dirigida por Alex Holdridge en 2008, que concluye con la frase: "Este año será genial. Nunca la pasé tan bien en año nuevo."


El año nuevo se puede celebrar de muy diferentes maneras, hay quienes abordan un trasatlántico para vivir la Aventura del Poseidón (1972) y ver a Carol Lynley fingiendo que canta The Morning After* -algo que no le sucede a Stacy Ferguson en la versión posterior de 2006, puesto que ella si es cantante- lo mismo que a Salma Hayek vestida de blanco y con un espectacular escote cuando entona The Night I Fly**, la madrugada del año que empieza en las turbulentas noches disco de 54 (1998); a Diane Keaton recibiendo 1944 al suave ritmo de You'd Be So Nice To Come Home To, de Cole Porter, en Días de Radio (1987); o a la fascinante Michelle Pfeiffer haciendo una espléndida creación de Makin' Whoopee en Los fabulosos hermanos Baker (1989), mientras Jeff Bridges la acompaña en el piano.


En Sirenas y tiburones (Operation Petticoat, 1959), no es un barco, es un submarino color de rosa y tampoco reciben el año con una cena sino a plena luz del día con una comida, según se puede ver a Cary Grant, Tony Curtis y el resto de la tripulación. Por cierto, la hija de éste, Jamie Lee Curtis (quien para entonces ya se había ganado a pulso el título de reina del alarido: scream queen), al contrario de su padre, viaja por tierra y durante la noche para disfrazarse, junto con el resto de sus condiscípulos en El tren del terror (1980), magia de David Copperfield incluida: asesinatos en serie para despedir el año; al poco tiempo preferiría disfrazarse al lado de Dan Aykroyd y del entonces principiante Eddie Murphy -exclamando merry new year!-, en otro tren menos sangriento que los conduce a Filadelfia para cumplir una hilarante y puntual venganza en la comedia De mendigo a millonario (Trading Places, 1983).


Era año nuevo cuando Cary Grant le propuso matrimonio a Irene Dunne en La canción del recuerdo (Penny Serenade, 1941) y en ese momento empezó a nevar; la misma Irene Dunne, a punto de llorar en el escenario del Trocadero, en Magnolia (Show Boat, 1936), hasta ser reconocida por su padre, que se encuentra entre la audiencia; situación que se repite para Kathryn Grayson en la versión de 1951 de la misma película; y también el mismo Cary Grant, en pleno festejo de Vivir para gozar (Holiday, 1938) advierte que se ha comprometido con la mujer equivocada y decide corregir la ruta con quien debería ser su cuñada (Katharine Hepburn); una vez más Cary Grant, el experto en besos de año nuevo, sólo que en esta ocasión con Deborah Kerr en el crucero de Algo para recordar (An Affair to Remember, 1957); película que servirá de vínculo para la cita final en el Empire State entre Walter (Tom Hanks) y Annie (Meg Ryan), en Sintonía de amor (Sleepless in Seattle, 1993), en la que tienen lugar varias referencias al año nuevo.


Cabalgata (Cavalcade, 1933), gira en torno a la celebración del año que llega, comienza en la que corresponde a 1899 para concluir en 1933. La vida de una generación inglesa vista a través del prisma familiar de sus protagonistas. Tanto la de Jerry (Norma Shearer) y Ted (Chester Morris), en La divorciada (1930), como la de Johnny y Jane (James Stewart y Carole Lombard), en Nacidos para Amarse (Made it for Each Other, 1939), son parejas en crisis a quienes, por diferentes motivos, la noche del año viejo les ayuda a recuperar su relación.


Y es que a veces el espíritu festivo predispone al romance: el primer beso entre David Niven y Ginger Rogers en Mamá a la fuerza (Bachelor Mother, 1939), tiene lugar en la neoyorquina Times Square durante el bullicio del año nuevo, lo mismo que les sucederá a Debbie Reynolds y Eddie Fisher en su versión musicalizada Un rayito de sol (Bundle of Joy, 1957). Escenario que se repite, con el desencantado Norville Barnes (Tim Robbins) saliendo de su oficina en El apoderado de Hudsucker (The Hudsucker Proxy, 1994), mientras la multitud espera expectante la última campanada para despedir 1958. Al igual que para celebrar la llegada de 1943 -como lo anuncia la marquesina del RKO Palace-, en Corazón Satánico (Angel Heart, 1980), cuando Johnny Favorite le arranca el corazón con el fin de robarle el alma a un recluta tratando de romper su pacto con el "Príncipe de la Oscuridad", en medio de un caos temporal similar al que le permite a Jack Torrance (Jack Nicholson) brindar en los años veinte durante el baile de gala del hotel que lo ha contratado como vigilante más de medio siglo después, con la orquesta interpretando Midnight, the Stars and You, que se compuso hasta 1934, en El resplandor (The Shining, 1980).


En tanto que para otras parejas representa, por el contrario, el momento de la ruptura, como les sucede a Danny (Rob Lowe) y Debbie (Demi Moore), en ¿Te acuerdas de anoche? (About last night..., 1986). O para Jane Goodale (Ashley Judd), cuando Ray (Greg Kinnear) la invita a una fiesta de fin de año a la que nunca llega y ni siquiera la llama para disculparse, en Alguien como tú (Someone Like You, 2002). ¿Cómo olvidar al conmovedor Domenico (Sandro Panseri) en la fiesta de año nuevo de la oficina, esperando la llegada de Antonietta (Loredana Detto)? Lo que tampoco sucederá, en El empleo (Il Posto, 1961). Escena cuya tristeza neorrealista se reivindica por la simpatía resignada del personaje, caso opuesto al de la ilusoria Norma Desmond (Gloria Swanson) de El ocaso de una vida (Sunset Boulevard, 1950): "Yo sigo siendo grande. Son las películas las que se hicieron pequeñas", quien ordena un banquete para dos en su mansión -con todo y trío tocando el tango La Cumparsita-, sólo para ser rechazada por su protegido (William Holden), en una celebración tan siniestra como inolvidable.


Dramática, sí, aunque de ninguna manera tan brutal como la forma de despedir la década de los setenta del patético Little Bill (William Macy), asesinando a su ninfomaníaca esposa (Nina Hartley) para después suicidarse con un disparo en la boca, en Juegos de placer (Boogie Nights, 1997). Decisión que también toma Oscar (Peter Coyote) después de los excesos de la celebración, en su camarote del trasatlántico  en el que viaja junto con su esposa Mimi (Emmanuelle Seigner), en Luna Amarga (Bitter Moon, 1992), de Roman Polanski, quien también dirigió El bebé de Rosemary (1968), donde una anciana pareja involucrada en un culto satánico, invita a sus jóvenes vecinos (John Cassavetes y Mia Farrow) a brindar por 1966, o por "el año uno", contando a partir de que Rosemary haya tenido su criatura engendrada por el diablo.


No sólo suicidos, sino también crímenes se han cometido las noches en que un año da paso al siguiente. Como cuando Sheila Page (Joan Leslie), la estrella de Broadway, le dispara a su marido la víspera de 1947 y tras de que huye, amanece siendo año nuevo, pero de 1946, lo que le dará la oportunidad de vivir de nuevo y corregir sus errores del pasado, en Actuación repetida (Repeat Performance, 1947); o en Genio y figura (After the Thin Man, 1936), en que la pareja del detective Nick Charles y su esposa Nora (William Powell y Myrna Loy), tienen que investigar una serie de asesinatos que dan principio justo durante la última noche del año. Por supuesto, nada que se le parezca a la masacre en la fiesta para despedir el año del gangster Big Boy Caprice en el club Ritz, como sucede en Dick Tracy (1990).


En el París de la posguerra, el más bailarín que pintor Jerry Mulligan (Gene Kelly) permanece ajeno a la algarabía porque supone que ha perdido al amor de su vida (Leslie Caron), imaginando lo que sería volver a estar con ella, fantasía que se transforma en musical al ritmo de Sinfonía en París (An American in Paris, 1951). En tanto que Shirley MacLaine recorre apurada las calles de Nueva York, en blanco y negro, en busca de Jack Lemmon para escucharle decir que la adora, en la secuencia final de Piso de soltero (The Apartment, 1960); igual que Harry (Billy Crystal) corriendo en ese mismo Nueva York, pero en colores, tratando de alcanzar a Sally (Meg Ryan) antes de las doce típicas campanadas, en Cuando Harry encontró a Sally (1989).


A punto de recibir 1959, en La Habana, Michael Corleone (Al Pacino) le dice a su hermano Fredo (John Cazale), que le ha roto el corazón, porque sus traiciones han quedado al descubierto. No hay posibilidad de redención, el abrazo entre ambos equivale al beso de Judas, en El Padrino II (The Godfather: Part II, 1974). Y esa misma fecha en la isla, tanto el apostador Jack Weil (Robert Redford), en Habana (1990), como Robert Drapes (Sean Connery), un ex militar británico contratado para asesorar al dictador Fulgencio Batista, en Cuba (1979), serán testigos de la entrada a la capital de Fidel Castro al frente de los barbudos.


Luego están los ladrones, o más bien ladrona, en el caso de Barbara Stanwyck, quien intenta robarse un brazalete en navidad y en lugar de que el fiscal (Fred MacMurray) la persiga, acaba siendo protegida por él -la misma pareja del clásico Pacto de Sangre (Double Indemnity, 1944)-, cuando su juicio se pospone precisamente hasta el año nuevo en Recuerdo de una noche (1940). La versión original de Once a la medianoche (Ocean's Eleven, 1960), con Frank Sinatra como Danny Ocean, el organizador del robo a un casino de Las Vegas, ubica su acción la víspera de año nuevo, con lo que se establece una diferencia más con la exitosa versión posterior, La gran estafa (2001). Cuando un policía neoyorquino pierde su trabajo (Woody Harrelson), decide que la forma de solucionar sus problemas será asaltando el convoy que transporta el dinero con la paga de los empleados del metro y la mejor fecha para llevarlo a cabo es justo la víspera de año nuevo. Así es como tendrá lugar el Asalto al tren del dinero (Money Train, 1995).


Lino Ventura, tras seis años en prisión, sale en libertad aprovechando una amnistía con motivo del fin de año, y trata de recuperar un viejo amor (Francoise Fabian), en Una dama y un bribón (La Bonne Année, 1973), que fue objeto de una versión americanizada, Feliz año nuevo, con Peter Falk, en 1987. El propio Lino Ventura más tarde se convertiría en el Inspector Antoine Gallien, quien interroga la noche de año nuevo al influyente notario Martinaud (Michel Serrault), por el asesinato y violación de dos niñas en Bajo custodia (Garde á Vue, 1981). En su correspondiente remake hollywoodense, Bajo sospecha (Under Suspicion, 2000), resulta un tour de force entre Morgan Freeman y Gene Hackman, que ubica su acción durante las fiestas de San Sebastián en Puerto Rico, esto es, el 20 de enero.


El cine mexicano ha festejado a su manera la llegada del año, como Arturo de Córdova, el famoso violinista de Feliz año, amor mío (1955), cuando recibe la carta de su incógnita enamorada Marga López; la trama se inspiró en Cartas a una desconocida, de Stefan Zweig, que previamente había sido adaptada en Hollywood por Max Ophuls. También en 1955, Pedro Infante y Silvia Pinal pasan juntos, de manera casual, la noche del año nuevo en El Inocente, con la consecuencia de que tendrían que casarse, a pesar de la diferencia de estrato social al que pertenecen. Tiempo después, Angélica María y Alberto Vázquez correrán la misma suerte en Romeo contra Julieta (1968). Después de una exitosa temporada teatral, la obra Cada quien su vida (1959), escrita por Luis G. Basurto, fue adaptada al cine con Ana Luisa Peluffo en el papel de La Tacón Dorado y Kitty de Hoyos como Dorita, donde las prostitutas y clientes del cabaret El Paraíso esperan la llegada del año nuevo y más que celebrarlo se lamentan lo que ha sido de sus vidas, de ahí el título.


Tal vez la producción mexicana más ambiciosa en términos de reparto, haya sido Reportaje (1953), en la que el director de un diario ofrece a sus reporteros un premio de diez mil pesos a quien consiga la mejor noticia de ese año nuevo. La película se planeó en formato episódico, con varias historias independientes entre sí, para poder aprovechar la participación de las estrellas mexicanas más famosas de la época, desde Jorge Negrete y Pedro Infante, hasta Tin Tan y Joaquín Pardavé, de Dolores del Río y María Félix, a Miroslava, de Pedro Armendáriz y Arturo de Córdova, a Fernando Soler, todos pues, con la excepción de Mario Moreno Cantinflas, quien se negó a participar. Casi sesenta años después, Hollywood se aventuró a copiar el mismo formato en una película con diversas viñetas sobre la felicidad y las tragedias, encuentros y desencuentros sentimentales de un numeroso grupo de personajes durante el último día del año, lo que les pemitió alternar a figuras de diferentes generaciones como a Michelle Pfeiffer y Zac Efron, a Robert De Niro con Alyssa Milano, o a Jim Belushi y Ashton Kutcher, por mencionar sólo algunos de los miembros de un copioso reparto. Al igual que su antecesora mexicana, además del festejo, también el hospital y la clínica de maternidad son algunos de los escenarios en Año nuevo (New Year's Eve), dirigida por Garry Marshall con el fin de estrenarse justo para despedir 2011. 


Las primeras celebraciones de año nuevo en el cine fueron mudas, como la de Chaplin en La quimera del oro (The Gold Rush, 1925); luego vendría la de Mary Astor en Feliz año nuevo (1929); Más tarde, con la plenitud del sonido, Quince días de placer (Holiday Inn, 1942) era un mero pretexto para ver a Bing Crosby cantando y a Fred Astaire bailando; y mucho después, cuando el color se había posesionado de la pantalla, los jóvenes como Ben Affleck, Christina Ricci o Kate Hudson, esperan recibir 1981 en 200 cigarrillos (1999), tan neoyorquinos como Sarah Jessica Parker y su grupo de amigas en El sexo y la ciudad (2008); y entonces atravesar el Atlántico para llegar a Londres, de la mano de Renée Zellweger en El diario de Bridget Jones (2001), quien ha elaborado su lista de própósitos de año nuevo y se debate entre Colin Firth y Hugh Grant; aunque éste conocerá a Rachel Weisz en ese mismo Londres, una fiesta de año nuevo, en Un gran chico (About a Boy, 2002); trayecto opuesto, por cierto, al del británico Alfie (Jude Law) en Manhattan, quien al brindar con Nikki (Sienna Miller) el ímpetu alcanza tal intensidad que se quiebran sus copas con la llegada del año en Alfie, el seductor irresisitible (2004).


La llegada de un nuevo milenio significaba mucho más que el habitual cambio de año. En 1997 la cineasta Kathryn Bigelow -quien por entonces carecía del reconocimiento del que goza en la actualidad-, ubicaba durante los últimos días del siglo la acción de Días extraños (Strange Days), fábula violenta y futurista en la que Ralph Fiennes descubre la complicada red de una conspiración que involucra a la policía de Los Ángeles. Hemos llegado hasta aquí a celebrar el nuevo milenio en Kuala Lumpur, gracias a Catherine Zeta-Jones y su cómplice, el curtido Sean Connery, ejecutando su ambicioso plan para robar la sede de un gran corporativo, justo cuando el paso de 1999 a 2000 requiere de ciertos ajustes técnicos en el sistema de seguridad cibernético casi perfecto de La emboscada (Entrapment, 1999). Y para concluir, otro monólogo, que es tal y como iniciara este texto, con la diferencia de que acontece en el futuro y no es para celebrarlo: al final de Prometeo (2012) -la innecesaria reexploración de Alien, el octavo pasajero, por parte del cineasta Ridley Scott-, tras el caos de la destrucción, "aquí sólo queda la muerte y voy a dejarla atrás", la protagonista, Noomi Rapace, despide la película con estas palabras: "Es año nuevo en el año del señor 2094. Mi nombre es Elizabeth Shaw, la última sobreviviente de la nave Prometeo. Y aún sigo buscando". 


Más de medio centenar de películas en las que el año nuevo forma parte de su trama. En los días subsecuentes me ocuparé de mis seis escenas favoritas sobre el tema, de entre todos los títulos aquí mencionados.

Jules Etienne

* La voz es de Renée Armand
** Fue doblada por Nayobe Gómez


REPARTO
(por orden de aparición)

Invitación de año nuevo vía correo electrónico en Buscando un beso a medianoche (In Search of a Midnight Kiss, 2008), dirigida por Alex Holdridge.

Michelle Pfeiffer y Jeff Bridges en Los fabulosos hermanos Baker (The Fabulous Baker Boys, 1989), dirigida por Steve Kloves.

Dan Aykroyd, Jamie Lee Curtis, Eddie Murphy y Denholm Elliott en De mendigo a millonario (Trading Places, 1983), dirigida por John Landis.

Deborah Kerr y Cary Grant en Algo para recordar (An Affair to Remember, 1957), dirigida por Leo McCarey.

Diana Wynyard, Una O'Connor y otros, en Cabalgata (Cavalcade, 1933), dirigida por Frank Lloyd.

Jack Nicholson y Joe Turkel en El resplandor (The Shining, 1980), dirigida por Stanley Kubrick.

Gloria Swanson y William Holden en El ocaso de una vida (Sunset Boulevard (1950), de Billy Wilder.

Ruth Gordon, Mia Farrow y otros en El bebé de Rosemary, conocida durante su estreno como La semilla del diablo (Rosemary's Baby, 1968), dirigida por Roman Polanski.

Joan Leslie en Actuación repetida (Repeat Performance, 1947), dirigida por Alfred L. Werker.

Billy Crystal y Meg Ryan en Cuando Harry encontró a Sally (When Harry Met Sally, 1989), de Rob Reiner.

Al Pacino y John Cazale en El Padrino II (The Godfather: Part II, 1974), dirigida por Francis Ford Coppola.

Fred MacMurray y Barbara Stanwyck en Recuerdo de una noche (Remember the Night, 1940), dirigida por Mitchell Leisen.

Michel Serrault y Lino Ventura en Bajo custodia (Garde á Vue, 1981), dirigida por Claude Miller.

Pedro Infante y Silvia Pinal en El inocente (1955), dirigida por Rogelio A. González.

Escena del hospital en Año nuevo (New Year's Eve, 2011), dirigida por Garry Marshall.

Hugh Grant y Rachel Weisz en Un gran chico (About a Boy, 2002), dirigida por Chris y Paul Weitz.

Sean Connery y Catherine Zeta-Jones en La emboscada (Entrapment, 1999), dirigida por Jon Amiel.

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