Aguirre, la ira de Dios (1972), una fábula alucinante de Werner Herzog.

sábado, 12 de enero de 2013

2. LUNA AMARGA (Bitter Moon, 1992)



Parecería que Roman Polanski retoma aquí lo que Bertolucci había iniciado en El Conformista (1970). El tango que bailaran Dominique Sanda y Stefania Sandrelli viene a culminar, más de veinte años después, con el beso lésbico entre las renovadas protagonistas ahora al ritmo de estamos agitándonos sin cadenas ni ataduras, el cielo se quema en un mar de llamas -después de todo, ¿no decía Gardel en otro tango que "veinte años no es nada"?-, el espíritu de un Polanski más primitivo, el de la perversidad obsesiva de Repulsión (1965) y mórbida de Punto Muerto (Cul-de-sac, 1966), subyace en Luna Amarga.

Celebración insólita para la llegada del año nuevo, Fiona (Kristine Scott-Thomas), la esposa que aún no es engañada por su marido (Hugh Grant), castiga su incipiente infidelidad consumándola por su cuenta con el mismo objeto de sus devaneos: Mimi (Emmanuelle Seigner).

Con el conteo regresivo del año viejo como mero telón de fondo, Luna Amarga es el festín que se arriesga a viajar más lejos, el brindis que rebasa las esperanzas y los deseos para consumarse en su propio exceso. Una secuencia culminante que rompe moldes y rebasa los arquetipos del festejo.


Jules Etienne

Kristine Scott-Thomas y Emmanuelle Seigner: el tango lésbico del año nuevo.

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